sábado, 28 de mayo de 2011

MOLLETES PARA EL DESAYUNO



   Este apunte ya es conocido por mis seguidores en Facebook (jijiji, siempre quise decir esto), así que les ahorro leer el ladrillo que viene más abajo, aunque también pueden volver a leerla por eso de quedar bien con su amiga y hacer los comentarios pertinentes.
    Esta receta de pan no es de las más sencillas. Es conveniente haber experimentado antes con otros panes más sencillos, pero aún así es bastante asequible. La idea era conseguir unos bocadillos blanditos para que mis niñas se llevaran al cole. Todos los bollitos que hacía me quedaban demasiado densos, muy buenos, pero no eran apropiados para comer en bocadillo y sin tostar. El truco ha sido utilizar harina de fuerza y, además, la justa, no caer en la tentación de echar más harina para trabajarla mejor sino amasar la masa durante el tiempo suficiente para que el pan quede esponjoso (Gracias Raquelilla por el consejo)



            INGREDIENTES: 
  • 150 gr. agua
  • 150 ml leche
  • 550 harina fuerza
  • 1 cta. miel
  • 2 ctas. sal
  • 1 cta. lecitina de soja
  • 50 gr. de aceite 
  • 150 gr. masa madre 
  • 12 gr. de levadura de panadero

          PREPARACIÓN MASA MADRE
  • El primer día ponemos en un tarro 50 gr. de harina integral (muy importante que sea integral, si no, no fermenta) y 50 gr. de agua templada. Lo dejamos reposar 24 horas a temperatura ambiente y cubierto con un trapo.
  • El segundo día duplicamos cantidades y añadimos 20 gr. de azúcar. En este punto ya podemos echar harina de fuerza. Cubrimos con un trapo.
  • El tercer día echamos 200 gr. de harina y 200 de agua templada y dejamos reposar otras 24 horas. Ya se puede usar. 
         PREPARACIÓN EN THERMOMIX

   Poner agua, aceite, levadura y miel en vaso 1 minuto, 37º , Velocidad 2.
   Incorporar harina, sal y lecitina, Velocidad Espiga, 3 minutos.
   Añadir masa madre y amasar 10 minutos a Velocidad espiga.
   (La preparación tradicional consiste en amasar, amasar y amasar, sólo hay que tener la precaución de poner el agua tibia)

   Aquí es donde viene el quid de la cuestión. En función de la densidad de la masa madre que hayas incorporado habrá que añadir un poco más de harina o no. Y esto es algo que no se puede dar con exactitud ya que depende de muchos factores: la clase de harina, su calidad, el amasado…

   Yo, haciendo caso a mi amiga Raquel, saqué la masa del vaso cuando todavía estaba un poco pegajosa y, siguiendo su consejo, en lugar de amasar en la mesa echando más harina utilicé la “técnica de la paliza” y me lié a tortas con la masa… Bueno, así queda un poco violento, pero es la pura realidad. Se trata de coger la masa y golpearla contra la mesa unos diez minutos (ponte alguna musiquilla de fondo, porque te puede dar algo…), o hasta que tu veas que ya se puede trabajar la masa. Como verás, seguimos hablando en términos muy abstractos, pero es que lo del pan es un misterio, tienes que probar y probar hasta que le das el punto.

   Cuando veas que la masa ya está preparada, haces una bola, la metes en un bol untado de aceite y la cubres con un paño espolvoreado de harina. Dejas fermentar durante hora y media.

   Cuando pase el tiempo, desgasificar la masa (o sea, liarte a tortas de nuevo, pero mucho menos tiempo), haces un rollo y cortas porciones de igual peso. Se dan forma a los bollitos como más te guste y dejamos fermentar en la bandeja hasta que doblen el volumen (Cómo estamos usando harina de fuerza, es muy importante que se realicen estos levados). En la receta original ponía hora y media, pero estamos en las mismas, yo como tenía la cocina muy templada porque llevaba toda la tarde horneando sólo necesité unos cuarenta y cinco minutos. Dependerá de la estación del año, la temperatura de la cocina… Debes cubrir los bollitos también con el trapo.

   Precalentamos el horno a 200º y mientras introducimos una olla con trapos mojados para producir vapor. Cuando el pan haya fermentado, horneamos durante 30 minutos a media altura. Sacamos y cubrimos con un paño.

   Salen unos bollitos deliciosos, supertiernos y nada apelmazados, que se conservan bastante blanditos, por lo que son ideales para el cole de los niños. También se pueden congelar perfectamente, abiertos por la mitad. Se sacan por la mañana, se prepara el bocata con el pan aún congelado y para la hora del desayuno los tienen en su punto.

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